Hoy tuvimos concierto
Hoy tuvimos concierto, como cualquier domingo, viernes, o sábado de los últimos 39 años. Se dice fácil, tanto tiempo transitando los caminos de la música tratando de descifrarla, de asimilarla hasta en los más íntimos detalles. Se diría que he estado persiguiendo incesantemente un sueño colectivo desde que era apenas un niño... formando parte de algo grande y con muchos ojos y oídos, con muchas cabezas, con demasiados aciertos y pocos descuidos y que este algo nos conducía inefablemente hacia una misma orilla compartida, hacia el territorio más etéreo del arte en comunión.
Yo la llamo mi Orquesta, pero es tan mía como lo es de cada uno de mis compañeros: de los viejos colegas que compartimos las canas y el café de las mañanas, los mismos que nos hemos visto crecer unos a otros dentro de un útero maravilloso, polifónico y lleno de armónicos y pizzicatos, entre sinfonías y oberturas, y también de los muchachos que recién descubren esta aventura y balbucean sus primeros conciertos, sus pequeños triunfos, que también son nuestros, y cuyos nombres ni siquiera conozco. Mis hermanos de atril son también mis compañeros de vida y nos ha tocado compartir triunfos y caídas y divorcios y desvelos y por supuesto, festejos y alegrías. Nos han tocado partidas y regresos, querellas y reencuentros, conquistas y frustraciones, todas colectivas y sentidas en la propia piel.
Como cualquier organismo vivo a veces nos levantamos con dos pies izquierdos, otras amanecemos simplemente con el ánimo carcomido por las tareas diarias y la escasez de sensatez que tanto priva a los artistas. Pero otras veces somos invencibles, nos crecemos hasta estaturas inimaginables tuteándonos con los compositores más osados, los más indescifrables, los que ponen a vibrar cada célula del cuerpo de la ORQUESTA con mayúsculas.
Hoy hicimos música de la buena, gozamos cada compás hasta la última tinta. Hubo, como siempre, sus escaramuzas, pero salimos librados por el amor que le tenemos a esto que hacemos para vivir. No me canso de aclarar siempre que tengo oportunidad, que no vivimos "de" la música, sino "con" y "para" la música.
La necesitamos para respirar, la sentimos como si fuese una raíz que nos ancla a esta tierra que nos pertenece. Y al final, no tenemos más remedio que seguir haciendo lo que amamos.
Salud.